El cine logra en salud lo que los médicos no conseguimos en la realidad: poner temas tabú sobre la mesa y hacer que estos se discutan abiertamente y sin resquemores. Pasó ya con “Filadelfia”, el film protagonizado por Antonio Banderas y Tom Hanks, que iluminó la realidad de la intolerancia y discriminación que enfrentaba la población gay y específicamente aquellos con VIH. Así también “13 reasons why” que nos puso a conversar de algo que preferimos no hablar: el suicidio adolescente.

El reciente triunfo en los Oscar de “Una Mujer Fantástica”, quizás ayude a una anhelada batalla de la diversidad, al concretarse que se apruebe el proyecto de Ley de Identidad de Género, de largos años de trámite en el Congreso, con el cual se logrará dar reconocimiento a la identidad y derechos de la población trans.

¿Qué es ser transgénero? En términos simples, implica tener una identidad sexual distinta a la indicada al nacer. Durante mucho tiempo el género se entendió como algo binario: hombre – mujer, determinado fundamentalmente por la presencia de pene o vagina.

Sin embargo, algo tan complejo como la sexualidad difícilmente puede reducirse a sólo dos categorías. En la construcción de la identidad de género converge la anatomía, las hormonas, la psicología, las relaciones interpersonales e influencias socio-culturales. En el cómo una persona se percibe a sí misma, ya sea como hombre, mujer o una combinación de ambos, no necesariamente coincide con su anatomía visible o sus cromosomas.

Este proyecto busca hacerse cargo de esta realidad. La ley en trámite, simplemente pide validar la existencia de las personas transgénero, permitiendo que quienes tienen esta discordancia puedan cambiar legalmente de nombre y sexo, para ser ante la ley como ellos se sienten en sus vidas.

Sin embargo, el reconocimiento en un documento de identidad tiene repercusiones en una serie de aspectos. Uno de ellos es el acceso a la salud: Ser reconocidos por su nombre de género en Isapres y Fonasa, y recibir una atención digna. Si bien existe una circular del Ministerio de Salud para que se les llame por su nombre social, este proyecto permitirá que no haya discriminaciones, tal como las muestra “La Mujer Fantástica” dentro del hospital, en una situación ficticia pero presente en la realidad nacional.

Por otra parte, el reconocimiento legal probablemente permitirá seguir avanzando en mayor capacitación para que colegas del mundo de la salud amplíen sus conocimientos médicos y puedan dar un tratamiento informado y eficiente a las personas trans.

Más aún, sabemos que los jóvenes que son expuestos por su condición sexual al rechazo por parte de sus familias, tiene mayores tasas de depresión, suicidabilidad, uso de drogas y relaciones sexuales no protegidas. Del mismo modo, existe evidencia de que la ausencia de políticas estatales de no discriminación en diversidad sexual, se asocia a un mayor consumo de drogas especialmente en adolescentes.

Es decir, la intolerancia, ejercida muchas veces por el mismo Estado, termina costandole la vida a muchos chilenos.

Contrario a lo que han argumentado grupos conservadores, esta ley no busca fomentar que las personas cambien de sexo, ni que una u otra identidad de género. No existe cuerpo legal que convierta a personas en gays o transexuales. No corresponde al Estado definir la identidad de las personas, si no dejar las puertas abiertas para que esta se manifieste en forma plena, sin asignar caracteres de maldad o bondad a una u otra preferencia.

El único mal hoy es la intolerancia y discriminación a la comunidad LGBTI. Ojalá “Una Mujer Fantástica”, de el empujón final que permita la aprobación de este cuerpo legal y demos un paso más para convertir a Chile en un país moderno y tolerante.