¿Es posible ser Presidente negando hechos básicos del conocimiento científico? Desgraciadamente, sí es posible. La reciente historia de Estados Unidos y Brasil nos muestra que esto puede pasar y que, sin duda, nada bueno sale de ahí.

Recientemente un encuentro entre Izkia Siches y José Antonio Kast puso en el debate el programa de salud del candidato de la ultraderecha chilena. Las medidas del presidenciable buscan, entre otras, aumentar el uso de la telemedicina y crear una entidad dedicada a evaluar técnicamente los tratamientos a incorporar por los seguros médicos. A esto se suma también separar la gestión técnica de los hospitales de los aspectos políticos del Ministerio de Salud. Se tratan, en general, de medidas sensatas, con las cuales pocos salubristas podrían discrepar. No obstante, la salud va mucho más allá de la atención hospitalaria. El desarrollo sustentable y el medioambiente son elementos claves para determinar la salud de las personas, y es ahí donde el programa de José Antonio Kast da un peligroso giro contrario a la evidencia científica.

Para el candidato Republicano, el cambio climático y sus consecuencias son un asunto opinable y en ningún caso una prioridad. En su programa, plantea que “se adoptarán medidas de captura y secuestro de emisiones antropogénicas o cierre de las principales plantas térmicas, en el caso de que se valide fehacientemente la postura climática dominante, que hasta ahora no se aprecia, pues se basa en simples correlaciones recientes”. Su asesor, Julio Vergara, profundiza diciendo que “hay dos bandos” en el mundo científico: los que creen que el hombre es responsable del cambio climático y los que creen que es un fenómeno natural. Al final, para Kast y sus asesores, la descarbonización de nuestra matriz energética dependería de que los científicos “se pongan de acuerdo” en cuál de las dos teorías es verdad.

Este discurso es falso y ciertamente representa un peligro para la salud pública y la ciencia. En primer lugar, pone en duda que las emisiones humanas sean responsables del incremento de temperatura del planeta, algo que es consenso de toda la comunidad científica mundial. Diversos estudios han mostrado el consenso entre investigadores del clima, cercano al 98% (Anderegg et al). Por lo tanto, no hay dos bandos. A esto se suma que un reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, órgano convocado por Naciones Unidas, compuesto por miles de científicos expertos en el tema, ha concluido fehacientemente que el clima de la tierra ha cambiado a una escala global y regional, y que muchos de estos cambios son atribuibles a la actividad humana. Una opinión similar sostienen en forma oficial las academias de ciencia de todos los países del G8+5, planteando que es esencial que los líderes mundiales se pongan de acuerdo sobre las necesarias reducciones de emisiones.

En segundo lugar, la salud de las personas está intrínsecamente ligada al cambio climático. El aumento de la temperatura terrestre, producto de la emisión de gases invernadero generada por el hombre, incrementa la frecuencia de eventos de clima extremo y con ello las muertes por olas de calor. Al mismo tiempo aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades asociadas a aumentos de temperatura, como las que se transmiten a través de mosquitos o el agua. A esto agreguemos la sequía, que genera menor acceso a agua potable y alimentos, promoviendo como consecuencia la migración de personas. Se estima que, de no mediar ninguna adaptación, entre el 2030 y el 2050, en el mundo se producirán 250.000 muertes adicionales por año producto del cambio climático (OMS). Un anticipo de esto ya lo estamos viviendo en Chile, donde la prolongada sequía ha obligado a algunas personas a abandonar sus hogares, convirtiéndose en “refugiados climáticos”. Esto ya está pasando en Monte Patria, donde el 15% de la población ha migrado producto de la prolongada sequía. Construir hospitales o potenciar la telemedicina no servirá de nada si no implementamos medidas destinadas a descarbonizar, reduciendo así la polución ambiental y contribuyendo a mitigar el calentamiento global.

Finalmente, el calentamiento global y el rol de la humanidad en este, son hechos científicos objetivos, no suposiciones. Su negación pone en riesgo la salud de todas y todos los habitantes de Chile, retrasando innecesariamente las urgentes medidas destinadas a descarbonizar y proteger nuestro medioambiente. Al mismo tiempo, se pone en entredicho la capacidad del candidato para gobernar: ¿Es posible ser Presidente negando hechos básicos del conocimiento científico? Desgraciadamente, sí es posible. La reciente historia de Estados Unidos y Brasil nos muestra que esto puede pasar y que, sin duda, nada bueno sale de ahí.

Por Juan Carlos Said, Fundación América Transparente